Monroy parte en busca de ayuda
Valdivia regreso a Santiago a tiempo para evitar una nueva embestidura mapuche. Como habían quedado sin nada, resolvió enviar a Alonso de Monroy y cinco soldados al perú, en busca de refuerzos y mercaderías. Fundió el poco oro extraído de los lavaderos del estero de Marga-Marga, para convertirlo en estribos, empuñaduras de las espadas y vasos. Quería que en perú se tuviese la impresión de que dicho metal era muy abundante en Nueva Extremadura, pues esa era la única manera de atraer más conquistadores.
Monroy y sus compañeros emprendieron el viaje, pero fueron apresados por los diaguitas de Copiapó, y lograron escapar solo tres mese después. Ya en perú, paso casi un año tratando de obtener refuerzos. Por último logró reunir 70 soldados y que Lucas Martínez Vegazo, amigo de Valdivia, mandase un barco con ropas, armas y víveres a Valparaíso, cuyo valor pagaría el gobernador cuando pudiese.
Entretanto, en Santiago se esperaba la maduración del maíz nativo y del trigo sembrado. Por mientras, los españoles debían alimentarse con raíces. Con la valiosa ayuda de yanaconas, reconstruyeron la ciudad con casas de adobe y techos de tejas; levantaron un muro en la plaza de armas como última defensa y, por sobre todo, pasaban día y noche vigilando los campos de cultivo y las entradas a la ciudad. Los mapuche comenzaron a llamarlos demonios,porque creían que nunca dormían.