viernes, 26 de noviembre de 2010

LOS INICIOS DE UNA VIDA INSTITUCIONAL

De acuerdo con las leyes de Castilla, el Cabildo o Ayuntamiento debía encargarse de la administración de la ciudad. También actuaba como representante del rey en aquellas regiones muy aisladas o sin comunicación con la corte. Lo componían diversos funcionarios: alcaldes, regidores, procurador de la ciudad, mayordomo, escribano,alguacil mayor, alférez real, alarife, fiel ejecutor, pregonero, portero y verdugo.
Los alcaldes presidían las reuniones de los regidores, tomando los acuerdos para la mejor administración de la ciudad; el procurador hacía presente los deseos o reclamos de los vecinos; el mayordomo manejaba los fondos del cabildo; el escribano llevaba las actas de las reuniones; el alguacil mayor era el jefe de policía y alcaide de la cárcel; el alférez real trazaba con los alarifes el plano de la ciudad; el fiel ejecutor debía vigilar que se respetaran los precios fijados por el cabildo; el portero citaba a las reuniones, y el verdugo aplicaba a los delincuentes las penas acordadas por la justicia.
Escuchando los deseos de los vecinos, en junio de 1541 el cabildo eligió gobernador y capitán general a Pedro de Valdivia. El nombramiento, en todo caso, debía ser aprobado por el rey. Esta determinación se adoptó en vista de los rumores que corrían, por boca de los indios, en el sentido de que Diego de Almagro, el Mozo, hijo mestizo del Adelantado, había asesinado a Pizarro. Esto no era efectivo, pero causó gran temor entre los vecinos, por cuanto suponían que, de ser cierto, el rey nombraría un nuevo gobernante para el Perú, quien a su vez reemplazaría a Valdivia como teniente de gobernador, tal como había ocurrido en otras partes de América. A ello se agregaba que, por lo común, aquellos nuevos tenientes estaban facultados para repartir encomiendas de indígenas, autorización que Valdivia no tenía, y las entregaban a quienes los acompañaban. Siendo Valdivia gobernador, podía otorgarlas sin mayor problema.
Antes de aceptar el cargo, Valdivia rehusó tres veces porque, en caso de que los rumores no fuesen ciertos, no quería corromper sus relaciones con Francisco Pizarro, en cuya representación había actuado hasta entonces.-

martes, 23 de noviembre de 2010

SANTIAGO: LOS INICIOS DE LA VIDA URBANA

A comienzos de 1541, los hombres de Valdivia ya habían explorado la zona donde acampaban, descubriendo una especie de isla formada por los dos brazos del río Mapocho, que se separaban a la altura de la actual calle Pío Nono y se juntaban en las cercanías de la Avenida Brasil. Pedro de Valdivia se dio cuenta de que era un lugar estratégico, pues además de la protección de río tenían un cerro, el Huelén (hoy Santa Lucía), que podía servir de atalaya para observar los movimientos indígenas. Decidió entonces, levantar allí la ciudad, desde la cual extendería la conquista del resto del territorio.
Las ciudades fundadas por los españoles en America se delineaban en forma de damero o tablero de ajedrez, con calles que se cortaban en ángulo recto. Cada cuadra estaba dividida en cuatro solares, asignados a los conquistadores de acuerdo a su importancia social y a los aportes económicos que habían efectuado para financiar la campaña. Los solares principales eran los más próximos a la Plaza de Armas (cada ciudad tenía la suya), a cuyos costados debían levantarse la catedral y los edificios del Cabildo, la Real Audiencia (si la había) y el palacio del virrey o gobernador.
El 12 de febrero de 1541 quedó fundada, legalmente al menos, la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo. De inmediato, el alarife Pedro de Gamboa procedió a dividir el terreno en cuadras: de este a oeste (desde el cerro Huelén hasta lo que hoy es la Avenida Brasil) se trazaron 12 manzanas, y de norte a sur, entre los dos brazos del Mapocho, siete u ocho.
Valdivia designó a los vecinos, les entregó solares y prometió darles tierras e indios. No todos merecieron ser vecinos, porque quienes tenían la condición de tales debían cumplir una serie de obligaciones, siendo la principal de ellas contribuir a la defensa de la ciudad y, en caso de ausentarse, dejar a alguien en reemplazo. Tal era el llamado ejército vecinal.
De inmediato comenzaron a construirse las casa, con paredes de ramas recubiertas con barro y techos de paja, muy parecidas a las rucas mapuche.-

martes, 9 de noviembre de 2010

VALDIVIA ORGANIZA UNA NUEVA EMPRESA DE CONQUISTA

Las aspiraciones de Pedro de Valdivia no habían sido totalmente satisfechas con las recompensas que había obtenido y decidió solicitar a Francisco Pizarro la autorización correspondiente para conquistar Chile. Nadie podía creer que renunciara a sus posesiones para lanzarse a la conquista de un territorio pobre y que era defendido con fiereza por sus habitantes nativos. Por eso, cuando levantó bandera de enganche, apenas una decena de soldados acudió a su llamado.
Para financiar la empresa, Valdivia se asoció con el comerciante Francisco Martínez y con el capitán Alonso de Monroy, quien además se enroló en la hueste. Tuvo que admitir en la sociedad a Pedro Sancho de Hoz, quien tenía una capitulación del rey autorizándolo para explorar las tierras al sur del estrecho de Magallanes y el título de gobernador de ellas. Valdivia, en cambio, ostentaba el cargo de teniente de gobernador otorgado por Pizarro, lo que significaba que actuaba en nombre de este.
En enero de 1540, Valdivia salió del Cuzco, tomando la ruta que Almagro hizo al regreso. Confiaba que se le uniesen en el camino, como ocurrió, miembros de otras fracasadas expediciones que recorrían las comarcas vecinas. Así, al llegar a San Pedro de Atacama, donde tuvo enconada resistencia de los Atacameños, ya contaba con 150 hombres y cientos de indigenas yanaconas. Bordeando la orilla oriental del Salar de Atacama, llegó al valle de Copiapó, tomando posesión de él en nombre del rey de España, tal como se les exigía a los conquistadores. Llamó a la región Nueva Extremadura, en un vano intento por borrar el nombre de Chile, que al decir de un contemporáneo, "de solo oírlo todos huyen como si fuera una peste".
Al frente de su hueste cruzó, no sin contratiempos, el desierto y los valles diaguitas. Estando la hueste en Atacama, y mientras Valdivia se hallaba explorando con una avanzada el territorio ubicado más al sur, apareció De Hoz, quien venía con la intención de asesinar al capitán y apoderarse de su empresa. No logró su cometido y Valdivia, aunque tenía poderosas razones para ajusticiarlo, no lo hizo, obligándolo, en cambio, a cederle sus derechos a las tierras situadas más allá del estrecho. Posteriormente, ya fundado Santiago, De Hoz continuó complotando hasta que se le juzgó y condenó a muerte.
Los conquistadores terminaron por arribar al valle de Aconcagua, que estaba bajo el dominio de Michimalonko. Por tal motivo, continuó hacia el sur, donde según supo se hallaban Quilacanta y Vitacura, dos jefes incas enemigos del renombrado toqui mapuche. Cruzó el cordón de Chacabuco y arribó al valle del río Mapocho.

lunes, 8 de noviembre de 2010

ALMAGRO: RECONOCIMIENTO DEL TERRIRORIO, REGRESO AL PERÚ Y MUERTE

Don Diego (como le llamaban desde que el rey de España le otorgó la condición de hidalgo) envió a varios de sus capitanes a recorrer las regiones vecinas. Una de estas expediciones, comandada por Juan de Saavedra, se dirigió a la costa, donde ya había fondeado la nave San Pedro, al mando del piloto Alonso Quintero, en cuyo honor la bahía en la que había recalado fue bautizada con su apellido. Otra, encabezada por el capitán Gómez de Alvarado, tras cruzar ríos, pantanos y selvas, llegó hasta Reinohuelén, en las márgenes del río Itata. Allí fue duramente enfrentada por grupos mapuche en lo que se considera el primer enfrentamiento de la guerra de Arauco. En ninguna parte hallaron ciudades ni indicios del apetecido oro.
La pobreza del territorio y las noticias de que Carlos V había establecido que el Cuzco se encontraba en su gobernación, determinaron el retorno de Almagro al perú. En la primera parte de su viaje de regreso siguió hasta copiapó, entablando cruentas luchas con las poblaciones diaguitas. A fín de evitar las penurias de la trevesía cordillerana, eligió cruzar el desierto de Atacama y los valles de Tarapacá, llegando a Arequipa en febrero de 1537. Allí supo que el Cuzco había sido sitiada por los nativos. De inmediato se dirigió a la sierra, rompió el cerco, entró a la antigua capital imperial y apresó a Hernando y Juan Pizarro, hermano de Francisco, por negarse a entregarle el mando de ella, acto que implicó la ruptura definitiva entre los antiguos socios y amigos.
Pizarro ya había establecido una nueva capital, Lima, también conocida como la ciudad de los reyes por haber sido fundada el 18 de enero de 1535; pero en una actitud que desafiaba lo dispuesto por el rey, no estaba dispuesto a perder el Cuzco, pues suponía que todavía quedaban allí muchos tesoros por encontrar.
La guerra se hizo inevitable. Almagro, anciano, enfermo y desilusionado, hizo todos los esfuerzos para triunfar. Sin embargo, fue incapaz de dirigir la decisiva batalla de Las salinas (28 abril de 1538). Desde una litera contempló cómo sus tropas eran derrotadas por los pizarristas, en cuyas filas se hallaba un destacado capitán de los ejércitos reales, Pedro de Valdivia, recién arribado al perú y que en compensación a sus servicios, recibió una encomienda de indios en el valle de La Canela y una mina de plata en Porco.
El adelantado fue apresado y sometido a rápido juicio, siendo condenado a morir con la pena del garrote. La sentencia se ejecutó el 8 de julio de 1538. Sus tropas, desamparadas y sin esperanzas de lograr riquezas, vagaban por toda la tierra clamando venganza. Se les llamaba "los de Chile", término que pasó a ser sonónimo de miseria y símbolo de pobreza.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

EL PRIMER ESPAÑOL ASENTADO EN CHILE

Un oscuro soldado de la hueste de Pizarro, conocido como Pedro o Gonzalo Calvo Barrientos, condenado a perder las orejas en castigo (según se comenta) por sus reiteradas trampas en los juegos de naipes, avergonzado del hecho y ayudado por amigos incas decidió abandonar Perú. Así llego hasta el valle del río Aconcagua, donde trabó amistad con Michimalonko, convirtiéndose en su asesor militar. Muy pronto adoptó las costumbres mapuche e incluso cambió su nombre por el de Gasco. Al igual que muchos otros españoles en América, se transculturizó y empezó a vivir como un nativo más, rompiendo todos los lazos que le unían a la cultura occidental. Por ello, a pesar de haberse establecido en el entonces llamado valle de Chile, no se le considera su descubridor.

ALMAGRO BUSCA UN REINO LLENO DE RIQUEZAS

Retrato de Diego de Almagro, capitán
español, compañero de Francisco
Pizarro en la conquista de Perú.
Recorrió el territorio Chileno hasta
el valle de Aconcagua.
En Perú, los españoles volvieron a escuchar la historia de que al sur se hallaba un reino aún más rico que el incaico. Almagro, cuyas relaciones con Pizarro estaban muy deterioradas, determinó ir en su busca, considerando que además debía explorar su gobernación.
Organizó la más poderosa hueste vista hasta entonces en América. Quinientos españoles acudieron al llamado enganche. A ellos se sumaron unos cien esclavos negros y miles de yanaconas (indígenas que actuaban, a veces de forma voluntaria, como sirvientes, cargando las armas e incluso los cuerpos de sus amos). También le acompañaban Paulo Inca, miembro de la realeza cuzqueña y un importante sacerdote del sol, el villacumu. Uno de los lugartenientes de Almagro fue Rodrigo Orgóñez, soldado aguerrido e inflexible que en su juventud había servido en las guerras de Italia, ascendiendo de soldado de pica a alférez por su destacado valor. Se halló en la batalla de Pavía, donde fue uno de los cuatro españoles que hicieron prisionero a Francisco I, rey de Francia, a quién puso un puñal en el cuello y respetó cuando este le dijo: "¡Tate, que soy el rey!". Llego a Perú junto a Almagro y se convirtió en su lugarteniente.
Mientras Ruy Díaz, otro de los colaboradores de Almagro, armaba una flota con toda clase de víveres, armas y vestimentas, a mediados de 1535 los soldados partieron del cuzco. Siguieron el camino inca que iba hacia el actual altiplano boliviano, cuyas enormes diferencias de temperatura diurna y nocturna los obligaba a caminar lentamente. Así bordeando los lagos Titicaca y Poopó, llegaron a la localidad de Tupiza, donde se encontraron con un grupo de indígenas que portaba oro para el rescate de Atahualpa, ya ajusticiado por los españoles. Con los corazones llenos de alegría, avanzaron hasta Chicoana, frente al valle de Copiapó, y se aprestaron para cruzar la Cordillera de los Andes, cuyos pasos se hallaban a más de 4.000 metros de altura.
El frío les hizo experimentar muchos sufrimientos. Hombres y caballos morían congelados en la noche y el reflejo del sol en la nieve les provocaba dolorosas quemaduras durante el día. El viento rompía las raídas vestimentas y los yaconas huían abrumados por el maltrato y las condiciones climáticas. Almagro no se desesperó; junto a unos pocos compañeros se adelantó para explorar el terreno en busca de alimentos. Así, el 21 de marzo de 1536 avistó el valle de Copiapó.
Tras reponerse y reaprovisionarse de alimentos (no sin antes haber despojado a los nativos de sus escasos adornos de oro), Almagro enfiló hacia el valle de Chile, como los incas llamaban al del río Aconcagua. Tal nombre provenía de una colonia de mitimaes originaria del río Chile (en las cercanías de la actual provincia peruana de ayacucho) que habían instalado en dicho lugar. Para los incas, Aconcagua era el lugar donde se encontraban "los de Chile".
Todos los cálculos indicaban que se adentraba en tierras ajenas a la Gobernación de Nueva Toledo; pero Almagro y sus compañeros solo ansiaban hallar el reino de El Dorado. Tuvieron varias escaramuzas con los nativos de los valles transversales antes de que, gracias a la ayuda de Calvo Barrientos, lograran instalar su campamento en las riberas del río Aconcagua. Allí, el intérprete indígena Felipillo se dedicó a soliviantar a los aborígenes contra los españoles. No lo logró y huyó, pero Almagro ordenó perseguirlo y descuartizarlo, lo que se hizo con prontitud.