miércoles, 3 de noviembre de 2010
EL PRIMER ESPAÑOL ASENTADO EN CHILE
Un oscuro soldado de la hueste de Pizarro, conocido como Pedro o Gonzalo Calvo Barrientos, condenado a perder las orejas en castigo (según se comenta) por sus reiteradas trampas en los juegos de naipes, avergonzado del hecho y ayudado por amigos incas decidió abandonar Perú. Así llego hasta el valle del río Aconcagua, donde trabó amistad con Michimalonko, convirtiéndose en su asesor militar. Muy pronto adoptó las costumbres mapuche e incluso cambió su nombre por el de Gasco. Al igual que muchos otros españoles en América, se transculturizó y empezó a vivir como un nativo más, rompiendo todos los lazos que le unían a la cultura occidental. Por ello, a pesar de haberse establecido en el entonces llamado valle de Chile, no se le considera su descubridor.
ALMAGRO BUSCA UN REINO LLENO DE RIQUEZAS
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Retrato de Diego de Almagro, capitán español, compañero de Francisco Pizarro en la conquista de Perú. Recorrió el territorio Chileno hasta el valle de Aconcagua. |
Organizó la más poderosa hueste vista hasta entonces en América. Quinientos españoles acudieron al llamado enganche. A ellos se sumaron unos cien esclavos negros y miles de yanaconas (indígenas que actuaban, a veces de forma voluntaria, como sirvientes, cargando las armas e incluso los cuerpos de sus amos). También le acompañaban Paulo Inca, miembro de la realeza cuzqueña y un importante sacerdote del sol, el villacumu. Uno de los lugartenientes de Almagro fue Rodrigo Orgóñez, soldado aguerrido e inflexible que en su juventud había servido en las guerras de Italia, ascendiendo de soldado de pica a alférez por su destacado valor. Se halló en la batalla de Pavía, donde fue uno de los cuatro españoles que hicieron prisionero a Francisco I, rey de Francia, a quién puso un puñal en el cuello y respetó cuando este le dijo: "¡Tate, que soy el rey!". Llego a Perú junto a Almagro y se convirtió en su lugarteniente.
Mientras Ruy Díaz, otro de los colaboradores de Almagro, armaba una flota con toda clase de víveres, armas y vestimentas, a mediados de 1535 los soldados partieron del cuzco. Siguieron el camino inca que iba hacia el actual altiplano boliviano, cuyas enormes diferencias de temperatura diurna y nocturna los obligaba a caminar lentamente. Así bordeando los lagos Titicaca y Poopó, llegaron a la localidad de Tupiza, donde se encontraron con un grupo de indígenas que portaba oro para el rescate de Atahualpa, ya ajusticiado por los españoles. Con los corazones llenos de alegría, avanzaron hasta Chicoana, frente al valle de Copiapó, y se aprestaron para cruzar la Cordillera de los Andes, cuyos pasos se hallaban a más de 4.000 metros de altura.
El frío les hizo experimentar muchos sufrimientos. Hombres y caballos morían congelados en la noche y el reflejo del sol en la nieve les provocaba dolorosas quemaduras durante el día. El viento rompía las raídas vestimentas y los yaconas huían abrumados por el maltrato y las condiciones climáticas. Almagro no se desesperó; junto a unos pocos compañeros se adelantó para explorar el terreno en busca de alimentos. Así, el 21 de marzo de 1536 avistó el valle de Copiapó.
Tras reponerse y reaprovisionarse de alimentos (no sin antes haber despojado a los nativos de sus escasos adornos de oro), Almagro enfiló hacia el valle de Chile, como los incas llamaban al del río Aconcagua. Tal nombre provenía de una colonia de mitimaes originaria del río Chile (en las cercanías de la actual provincia peruana de ayacucho) que habían instalado en dicho lugar. Para los incas, Aconcagua era el lugar donde se encontraban "los de Chile".
Todos los cálculos indicaban que se adentraba en tierras ajenas a la Gobernación de Nueva Toledo; pero Almagro y sus compañeros solo ansiaban hallar el reino de El Dorado. Tuvieron varias escaramuzas con los nativos de los valles transversales antes de que, gracias a la ayuda de Calvo Barrientos, lograran instalar su campamento en las riberas del río Aconcagua. Allí, el intérprete indígena Felipillo se dedicó a soliviantar a los aborígenes contra los españoles. No lo logró y huyó, pero Almagro ordenó perseguirlo y descuartizarlo, lo que se hizo con prontitud.
lunes, 18 de octubre de 2010
MAGALLANES: la primera expedición Europea en Chile
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Hernando de Magallanes |
Hernando de Magallanes fue el descubridor de la Patagonia, Tierra del Fuego y el estrecho que lleva su nombre. Partió del puerto de Sevilla en agosto de 1519, y durante los meses de invierno de 1520 detuvo sus naves en la bahía de San Julián, ubicada en la Patagonia argentina, cerca de los 49º 30' de latitud sur.
El cronista de la expedición, el Italiano Antonio de pigafetta, era natural de la ciudad de Venecia, donde bació a fines del siglo XV. Cuando tuvo noticia de la expedición que preparaba Magallanes, se procuró recomendaciones de la corte de Carlos V, a fin que le permitieran sumarse a los viajeros. Se embarcó en la nave Trinidad, al mando de Magallanes, y volvió a España en 1522, en la victoria, la que era capitaneada por Juan Sebastián Elcano. Tuvo la fortuna de ser uno de los diecisiete sobrevivientes de la expedición que regresaron habiendo dado la vuelta al mundo. Desde el principio del viaje, Pigafetta comenzó a escribir su Diario, único relato original de la travesía y testimonio de incalculable valor para la historia.
Seis años después del paso de Magallanes, por la misma región navegó la armada capitaneada por fray Juan García Jofré de Loaysa, que se dirigía a las islas Molucas, descubiertas por Magallanes, sin dejar mayores noticias de la zona.
Ninguna de estas expediciones anteriores venía con el propósito de descubrir el territorio de nuestro país.
LOS INICIOS DE LA CONQUISTA DE CHILE (1520-1560)
Debido a las falencias económicas de La corona, la conquista de América fue realizada por empresas privadas.
Los conquistadores, gente que buscaba ahínco mejorar su situación social, se lanzaron a recorrer un continente desconocido y también formar sus fortunas personales.
jueves, 7 de octubre de 2010
LOS MAPUCHE: Fiestas y juegos
Los mapuche eran muy aficionados a organizar reuniones familiares, a las que invitaban a amigos de otros linajes. En ellas cantaban y danzaban al son de los tambores, flautas y cascabeles. También hacían largos discursos, pues eran muy buenos oradores. El festejo se prolongaba varios días, hasta que consumían todos los alimentos y la chicha de maíz, frutilla u otros frutos silvestres.
Solían, además juntarse para competir en juegos de destreza física, como carreras y luchas cuerpo a cuerpo. El palín o chueca era el más popular entre los hombres; en ellos también tomaban parte las mujeres y niños, compartiendo comidas y bebidas a medida que los varones se alternaban en este juego, que podía durar varios días.
Solían, además juntarse para competir en juegos de destreza física, como carreras y luchas cuerpo a cuerpo. El palín o chueca era el más popular entre los hombres; en ellos también tomaban parte las mujeres y niños, compartiendo comidas y bebidas a medida que los varones se alternaban en este juego, que podía durar varios días.
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